martes, 16 de septiembre de 2008

Bretch como manifiesto

De todos los objetos, los que más amo son los usados. Las vasijas de cobre con abolladuras y bordes aplastados, los cuchillos y tenedores cuyos mangos de madera han sido cogidos por muchas manos. Estas son las formas que me parecen más nobles. Esas losas en torno a viejas casas, desgastadas de haber sido pisadas tantas veces, esas losas entre las que crece la hierba me parecen objetos felices. Impregnado del uso de muchos, a menudo transformados, han ido perfeccionando sus formas, y se han hecho preciosos porque han sido apreciados muchas veces. Me gustan incluso los fragmentos de esculturas con brazos cortados. Vivieron también para mí. Cayeron porque fueron trasladadas; si las derribaron fue porque no estaban muy altas. Las construcciones casi en ruinas parecen proyectos sin acabar, grandiosos; sus bellas medidas pueden ya imaginarse, pero aún necesitan nuestra comprensión. Y, además, ya sirvieron, ya fueron superadas incluso. Todas estas cosas me hacen feliz.

De todos los objetos, Bertolt brecht.

1 comentario:

Germán Huici dijo...

Tienes que ir a Lisboa y Oporto, realmente tienes que ir.