sábado, 2 de agosto de 2008

A desalambrar




Algunos discos tienen mejores portadas de las que se merecen y otros, en cambio, al ser muy buenos han conseguido que su portada fuese, con los años, más valorada de lo que debería. En el que nos ocupa, Canciones para mi América (1968) de Daniel Viglietti (quien, perteneciendo a la gran generación de músicos latinoamericanos de los sesenta, ha sido, por desgracia, mucho peor tratado por el paso del tiempo), no se trata de ninguno de esos casos. Canciones... prometía con su portada ser un gran disco, y no cabe duda de que lo era.
El grabado que ilustra la portada fortalece, junto con la tipografía stencil empleada, el espíritu del disco. En este sentido, creemos que es impecable la relación entre contenido y forma pues, en un tiempo de combatibidad generalizada en América Latina, con unos músicos socialmente activos, esta portada condensa el ambiente en el que nace el álbum sin los lugares comunes de los puños levantados, las guadañas al aire o los rotros afligidos.

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