miércoles, 6 de agosto de 2008

Reservado el derecho de admisión



En lo que a adecuación entre forma y contenido se refiere (el contenido en este caso son los clientes del local), el rótulo de este "bar de caballeros" (es curioso que bar de caballeros y de señoritas signifique lo mismo) de la calle López de Hoyos, funciona de un modo un tanto peculiar.
El Anthology es uno de esos lugares que, aunque aspiraron a acertar con la onda del momento en que se abrieron, no sólo no lo consiguieron, sino que, precisamente por ello, ganaron un fuerte aire a rancio que aún hoy conservan. Estos lugares, que pueden encontrarse a cientos en cualquier ciudad normal, fallaron a la hora de recoger el estilo más moderno de su época pero, sin duda, además de ser muy representativos de su tiempo, gracias a no dar en el clavo, dieron realmente en el clavo.
Expliquémonos. Si el carácter rancio lo obtienen al no alcanzar una modernidad que consideraron necesaria, entre otras cosas, para atraer mayor clientela, por lo general, la única clientela a la que estos locales suelen atraer, acostumbra a ser igual de rancia y sórdida que ellos y, en definitiva, se habrían sentido menos afines si estos bares hubiesen sido auténticamente modernos.
Por último, no cabe duda de que viendo los niveles de fealdad que estos sitios, por lo general, demuestran, los dueños del Anthology pueden estar satisfechos de no ser de los peores. Además, el que el nombre no ocupe toda su marquesina, sino que tenga una distribución asimétrica con un mayor peso compositivo sobre la puerta, y el que el luminoso se complete con esas bandas horizontales de distintos colores, hacen que el rótulo del Anthology goce de un cierto encanto.
(Para incrédulos: unos números más arriba, en la misma manzana, encontramos otro bar de las mismas características que incluso tiene un toldo abovedado. Cualquier comparación entre ambos sería injusta y gratuita)

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